En alguno de mis pasados escritos he mirado a la gran pantalla como fuente de inspiración. Desde el diseño del packaging del chocolate de Willy Wonka en “Charlie y la fábrica de chocolate”, hasta el del logo de la aerolínea ficticia Oceanic de la serie Lost, Hollywood nos muestra ejemplos de branding más o menos profundos.
Uno de los más claros y demoledores que he visto en el cine me da ciertas esperanzas de que el gran alcance de la película sirva para difundir el valor de nuestros servicios. Lo he visto en la película “American Gangster”. Es una película excelente, como muchas de las películas americanas de hampones.
Lo realmente formativo es que en una de las escenas, Frank, un personaje sin formación ninguna en marketing amenaza a uno de sus revendedores que está adulterando esa droga y vendiéndola en sus mismos envases azules. Frank le dice: “Blue Magic es una marca. Desde el momento en que la adulteras ya no es Blue Magic. Llámala como quieras, Red Magic o como te de la gana pero si sigues haciendo eso date por muerto”.
El “bueno” de Frank tiene razón. Las marcas están en todas partes. Y las marcas son promesas. El consumidor que es fiel a una marca confía en que lo que recibirá en un envase o su experiencia usando un producto o tratando con una empresa es lo que él espera y lo que siempre recibió. Cuando las cosas no son como se esperan, el vínculo con la marca se pierde. Por eso la consistencia en la entrega de la promesa es clave en la gestión de marca.
A muchos clientes les cuesta continuar lo que empiezan con ilusión. El lanzamiento de una nueva marca no es el final del proyecto. Es sólo el principio. Si es un mafioso de ficción el que nos ayuda a divulgarlo, bienvenido sea.
Respecto a las promesas y su cumplimiento, un ejemplo interesante es el reciente lanzamiento del café en cápsulas de Marcilla (l’Arôme), que es compatible con las cafeteras Nespresso. Su promesa de marca es Según Mauro Schnaidman, máximo responsable de Marcilla en España, “permitir a los consumidores españoles disfrutar de un café espresso de máxima calidad, con la comodidad de poder adquirirlo en su establecimiento de compra habitual y a un precio competitivo”.
Quizá Marcilla tenga éxito, pero mi opinión es que si la diferencia de experiencia es esa, el precio es desorbitado. Me quedo con Nespresso, porque cumple su promesa de cabo a rabo.
Luis, totalmente de acuerdo! Mi mujer trajo las de Marcilla y aunque sean más baratas no es lo mismo, la cantidad de café que suministra es más excasa que la de Nespresso, el plastico me mata! y sus cajas son un intento a intentar crear una "exquisitez" que nunca consiguen. El café no es malo pero... No!
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