miércoles, 6 de enero de 2010
Suicidio 2.0
Tengo entendido que en algunos sitios el intento de suicidio está considerado un delito. Les Luthiers bromean contándonos que en algunos países se castiga con la pena de muerte. Tiene gracia la broma, aunque el suicidio del que va la columna de hoy es un suicidio 2.0.
Cada día hay más marcas que cuentan con un community manager, que se encarga de vigilar las apariciones de ésta en Internet y también de generar contenidos en las redes sociales. Nosotros como individuos también tenemos nuestra marca y cada vez más personas están en una o varias redes sociales.
Hay que ser muy cuidadoso con la actividad en ellas. Tengo amigos que se niegan a entrar en ese mundo, y por su tipo de trabajo pueden permitírselo. Hay redes como LinkedIn que son muy convenientes para el desarrollo profesional y de negocio. Otras como Facebook pueden servir bien a la empresa y a las relaciones.
Pero las redes tienen mucho peligro. Uno de ellos es que lo que se ha puesto en ellas ya no hay quien controle dónde puede acabar. ¿Se imaginan el tipo de fotos de ZP y de Rajoy que correrían por el mundo si hubieran formado parte de un “Tuenti de los 60”? La mayoría de los headhunters buscan profesionales en LinkedIn e investigan el tipo de tonterías que los candidatos puedan poner en Facebook. Otro peligro es el que nos pasemos más tiempo con las redes que con nuestra vida real, que debería ser mucho más gratificante. Por mi trabajo agrego contenido al grupo de Facebook de Landor y de paso aprovecho para mantener contacto con amigos y colegas. Pero ver los progresos de casi desconocidos en la granja de pin y pon o en Mafia Wars me resbala sobremanera.
Por eso, si están ustedes hartos de su alter ego ciberespacial, se acaba de presentar un servicio que ayuda al suicidio cibernético. Te borra de redes sociales en tiempo record, aunque imagino que no es capaz de eliminar lo que algún desaprensivo pueda haber hecho con la información colgada con anterioridad. Se llama “Web 2.0 Suicide Machine”. Un buen nombre, sin duda. Me planteo seriamente utilizarlo y concederle a mi hijo la revancha de aquella partida de chapas acabamos hace dos años.
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